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Estaba Iván tumbado (extendido en el suelo) en el corazón del bosque
(debatiéndose) entre la muerte y la vida y, después de unos días, pasó por
allí el lobo gris y lo vio batallando contra la muerte y sobre él
sobrevolaban los cuervos negros.
Se lanzó el lobo sobre uno de los polluelos de aquellas aves y lo capturó.
Así pues, la madre de aquel polluelo acudió enseguida al lobo y le suplicó
que le perdonara (que le conservara) la vida a su pequeño. Y le dijo el
lobo:
“Te devolveré tu polluelo si vuelas sobre aquellas montañas y me traes agua
de la fuente de la vida!”
Voló la madre aterrada por encima de las montañas y, al pronto, regresó
trayendo en su pico un frasco pequeño.
Rápido fue el lobo a rociar el agua de la vida sobre la herida de Iván y se
empezó a mover lentamente diciendo:
“Parece que he estado durmiendo muy profundamente y siento como si
hubiera tenido horribles pesadillas.”
Y dijo el lobo:
”Aligérate y monta sobre mi espalda pues hay poco tiempo (el tiempo es
escaso, estrecho literalmente).
Traducción: Ricardo Durán
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