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Asió Iván a Hilana para que no cayera al suelo y corría el lobo gris a una
gran velocidad. Y continuó corriendo durante todo el día por los senderos
del bosque regresando al castillo del emperador Quzmán.
Era Iván un joven apuesto y era Hilana una muchacha fascinante y, muy
pronto (enseguida), los dos jóvenes se enamoraron mutuamente y así cuando
Iván vio desde lejos el castillo, apareció en él una enorme tristeza.
Volvió la mirada el lobo hacia él y vio lágrimas en sus ojos (dual) y por eso
le preguntó cómo estaba y le dijo:
“¡Qué lástima! ¿ Cómo abandono yo ahora a Hilana? La amo
apasionadamente (con fuerte amor) y ella también me ama.”
Traducción: Ricardo DuránOir el audio:
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